Un joven investigador de Realicó, trabaja en un grupo que intenta evitar los desastres por crecidas imprevistas de ríos en Córdoba

Impacto - Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba diseña un método para medir la velocidad de los ríos a partir de videos subidos a Internet. Entre los científicos, se encuentra el realiquense Horacio Herrero, ex alumno de la Escuela Nro. 222 y de la Escuela de Comercio local.
El que avisa no traiciona. Con esta premisa en mente, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) trabaja por estos días para poner a punto una estrategia que permita anticipar los riesgos de futuras crecidas. ¿Cómo?
Midiendo la velocidad de los ríos a través de videos que vecinos suben a Internet. El proyecto se está gestando en el Centro de Estudios y Tecnología del Agua (Ceta) que funciona muy próximo al Pabellón Argentina de la UNC. Antoine Patalano y Carlos Marcelo García comandan la investigación que terminará en un método de medición de crecidas de ríos cordobeses mediante la herramienta digital.

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“Los ríos de Córdoba son bastante angostos y circulan en territorio de montaña. Las crecidas son repentinas y muy difíciles de pronosticar. A diferencia de lo que acontece en el Paraná, que es un río ancho y sin ondulaciones. Los pobladores que habitan cerca de ese caudal pueden saber hasta dos días antes cuando existe peligro de inundación”, cuenta García.

En nuestra provincia existen actualmente dos métodos para medir crecidas. Uno de ellos se realiza mediante un dispositivo acústico llamado “ADCP” que funciona con el sistema doppler. “Es como hacerle una ecografía al río. El problema es que el aparato debe estar dentro del agua y cuando la crecida es fuerte, se lo lleva puesto”, explica Patalano.

Con uno de estos aparatos, investigadores del Ceta salieron ayer a medir la cuenca del Suquía. Pero existe además otra forma de medir, a través de molinetes, que calculan la velocidad de los ríos a partir de las vueltas de sus astas. Pero este mecanismo es más inestable ya que requiere además de una persona dentro del agua para sostenerlo.

“Se hizo imprescindible buscar un método efectivo de medición de crecidas. Los ríos de Córdoba son muchos y no podemos estar en todos. Por eso recurrimos a videos caseros. Pedimos que los suban a una página y, a partir de esas imágenes, calculamos velocidad y líneas de riesgo”, indica Antoine.

Medir para anticipar. Cada vez que reciben un video, los investigadores se frotan las manos. Porque ahí comienza un proceso tendiente a medir la velocidad de esas crecidas, y a predecir futuros riesgos. En otras palabras, buscan conocer las mañas de los ríos.

El método leva tres pasos. Primero se calcula la velocidad, siguiendo a determinados patrones dentro de los cuadros de cada imagen. Por ejemplo, una rama, una ondulación o espuma. Luego se multiplica ese valor con el área, que es la topografía del río por debajo del agua en condiciones normales. Finalmente, se corrigen las distorsiones causadas por el punto de fuga.


¿Por qué es tan importante medir? “Así podremos anticipar futuras inundaciones. También te permite determinar cuál es la mejor manera de evacuar a una población. En Sierras Chicas, por ejemplo, la gente se subió a los techos. Pero por el comportamiento de la crecida, hubiese sido mejor que se alejaran. Los rescates se hicieron muy dificultosos, porque las casas quedaron aisladas” dice García.

Dónde no conviene urbanizar, es otro dato fundamental. En términos del investigador: “La gente se acercó mucho a los caudales. Y esas construcciones limitaron la capacidad de escurrimiento del agua. El protocolo indica que, hasta 25 años después de las crecidas, no se pueden ocupar los terrenos que quedaron inundados. La naturaleza es sabia. Pasa que a veces no la queremos escuchar”.

En Córdoba no existen mediciones certeras sobre crecidas anteriores. Por eso es vital comenzar a desde ya. La mesa está servida.

Claves del aluvión
Según la opinión de los investigadores, tres condiciones hicieron de la inundación de Sierras Chicas una de las peores de la historia:

1) Mucha lluvia. Los hasta 300 milímetros registrados fueron un evento extraordinario. Lo esperable es que cada 100 años caigan apenas 180.

2) Mala época. En febrero, los diques están llenos y la tierra, húmeda. En estas condiciones, el agua escurre mucho menos en comparación con lo que podría haber sido octubre, con diques vacíos y suelos secos.

3) Incorrecta urbanización. La gente edificó muy cerca de los caudales. Estas construcciones también limitan la capacidad de escurrimiento. Hay que barajar y dar de nuevo, opinan.

Dos formas de medir
El proyecto “Cazadores de Crecidas” es integrado por Antoine Patalano, Marcelo García, Lautaro Moreno, Nicolás Guillén, Horacio Herrero y José Manuel Díaz Lozada, del Centro de Estudios y Tecnología del Agua (Ceta).

Los videos se receptan en la página www.cazadoresdecrecidas.unc.edu.ar con un tutorial sobre cómo enviarlos.

Las mediciones se realizan mediante videos subidos a Internet. Existen además otros métodos “en terreno”, como el del ADCP (Acoustic Doppler Current Profiler, por sus siglas en inglés). Son dispositivos que se colocan dentro del agua y elaboran una especie de ecografía de los ríos. Con uno de ellos, investigadores del Ceta salieron ayer a relevar el Suquía (foto). (Fuente gentileza: Diario Día a Día de Córdoba).-

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